CINE. Sueños (1990), de Akira Kurosawa

Antepenúltima obra dirigida por Akira Kurosawa, Koma yume wo mita (Sueños, o también Los sueños de Akira Kurosawa) es una película ciertamente compleja en su estructura, atractiva en lo visual y a menudo malinterpretada o directamente incomprendida por la crítica occidental, que en muchos casos no supo ver la profunda concepción japonesa que Kurosawa quiso imprimir al que podía haber sido su último mensaje fílmico puesto que en 1990 –año del estreno-, el maestro contaba ya con 80 años. Formada por ocho episodios sólo aparentemente inconexos que describen otros tantos episodios oníricos del autor, tras una observación más profunda Los sueños de Akira Kurosawa acaba siendo una excelente combinación del Japón que le tocó vivir y también del más tradicional.

No es fácil ir más allá de una visión superficial de esta película para alguien no familiarizado con las tradiciones y la cultura del Japón. Esto no quiere decir que quien no lo esté no pueda considerarlo un film interesante o atractivo, incluso con mensaje moral comprensible aquí y en Tokio, pero se perderá mucha información que le ayudaría a gozar más plenamente del espectáculo creado por Kurosawa. Es complejo explicar en unas pocas líneas todo lo que encierra la estructura creada por Kurosawa en Los sueños de Akira Kurosawa. Para el lector interesado recomiendo especialmente el artículo de Zvika Serper citado en la bibliografía del final y que ha servido de base a esta entrada.

En esencia, la cinta se compone de ocho sueños extraídos de las propias vivencias oníricas del director y en los que el protagonista, por tanto, es el propio Kurosawa. Aparentemente son ocho episodios inconexos entre sí, y con la única relación entre ellos de haber sido soñados por una misma persona a lo largo de su vida. Pero eso es sólo en apariencia… En realidad, Kurosawa creó una estructura que relacionaba los sueños a pares y también una primera mitad de la película con la segunda. Una estructura conceptual basada en los principios orientales del yin y el yang (in y en japonés), que rigen el proceso dialéctico del universo según la concepción taoísta. El universo funcionaría, según esta filosofía, como un proceso de transformación en el que lo esencial es participar de su esencia, el dao, y regresar a ella de una forma dinámica gracias, entre otras cosas, a los principios vitales del yin y el yang, y a que todas las cosas se complementan con su contrario, con el que mantienen una relación dialéctica de transformación (la noche y el día, o en términos modernos, la energía no se crea ni se destruye, sólo se transforma).

El yin y el yang en la creación artística

Las artes clásicas en Asia oriental (pintura, caligrafía, música, poesía…) se basaban en estos principios filosóficos, y aún hoy en día la creación artística los tiene en cuenta en muchas ocasiones. Los sueños de Akira Kurosawa, creo que es uno de estos casos. Así, por ejemplo, el primer y el último episodios recrean sendas procesiones, la primera nupcial (de una irreal boda de zorros), y la segunda, funeraria. La apertura y el cierre del ciclo vital. Por otra parte, el zorro, en la tradición de aquel país, evoca múltiples imágenes y connotaciones para un japonés y ha sido un motivo recurrente en su folclore, tanto en los cuentos como en la literatura y en el teatro. En esta tradición, el zorro es vinculado tanto a la fertilidad como a la muerte, y puede transformarse en humano, tal y como sucede en el primer episodio, en donde la procesión está formada por extraños seres con forma humana que desarrollan una lenta y rígida marcha nupcial bajo la lluvia, el sol y el arco iris.

En contraste a esta procesión vedada para el Kurosawa niño que al transgredir la prohibición se verá en un serio aprieto, la marcha que cierra la película es un inspirador y gozoso funeral en el que la muerta, casi centenaria, es despedida por todos los convecinos de una aldea modélica, casi arcádica. Sus habitantes ven en la muerte de la mujer no el suceso entristecedor o negativo sino la culminación de un ciclo vital, la llegada a buen puerto, la tarea cumplida. Así, esta procesión que cierra el film, es el opuesto a la de apertura, tanto en concepción como en elementos visuales. Por ejemplo, los movimientos de los participantes, que en el primer episodio son básicamente horizontales –contrastando al mismo tiempo con el elemento natural que caracteriza la escena, la vertical lluvia-, en el último se convierten en fundamentalmente verticales, con los saltos de las mujeres –también en contraste dentro del propio episodio con el movimiento natural más característico que se nos ha enseñado del pueblo, la corriente del río que discurre horizontal atravesando un pueblo cuya principal fuente de subsistencia parecen ser las múltiples molinos que se alzan en ambas orillas.

Como estos elementos, se pueden encontrar muchos más contrastes sugeridos en ambos episodios, y también en el resto de la película. Muchos de ellos tienen que ver con los personajes, la música y la estructura de las obras del teatro , que tanto gustaba a Akira Kurosawa, así como con sus temáticas y sus danzas.

Es imposible reseñar mucho más en este espacio (para los interesados en ahondar en el film insisto en aconsejar los artículos de la bibliografía). Quizás, del resto de episodios se pueden resaltar el cuarto, “El tunel” y el quinto, “Cuervos”. En el primero, Kurosawa parece rendir homenaje a los muchos jóvenes japoneses que perdieron la vida en la Segunda Guerra Mundial. Una historia de fantasmas en la que él es el único vivo y se ve forzado a pedir perdón por sus errores a los que fueron sus soldados, masacrados en un ataque suicida. Y todo ello pese a que en la vida real Kurosawa no sirvió en el ejército durante la guerra.

Los fantasmas de “El tunel” contrastan con la recuperación por un instante de la figura viva de Vincent Van Gogh, al que Kurosawa admiraba, sobre todo en sus primeros años de juventud, cuando su afición por la pintura todavía no había dejado paso a su profesión cinematográfica. En el episodio, un joven Kurosawa con los utensilios de pintor penetra de forma fantástica en los cuadros del maestro impresionista en busca de los secretos que le puedan convertir, a su vez, en el maestro que será. Si en el anterior episodio, los fantasmas van al mundo real, en “Cuervos” es el ser real el que, en contraste, se introduce en otro mundo e incluso participa de sus colores y camina por él en un alarde de efectos especiales de hace dos décadas.

Conclusión

Si van a ver Los sueños de Akira Kurosawa, busquen estos contrastes, esos elementos de la tradición japonesa, fíjense en las músicas, en su utilización, en la danza, sobre todo la del segundo episodio, en el que aparecen la celebración del hina matsuri o festival de las muñecas, los kami o dioses de la naturaleza del shintoismo japonés, y la flor del melocotonero como símbolo de purificación divina. La danza de este episodio y la música que la acompaña provienen del gagaku, las artes de la antigua Corte Imperial preservadas desde el siglo VIII y que son consideradas las más antiguas representadas hoy en día en el mundo. Si todo esto les ha impresionado en exceso, o quizás creen que estoy hablando de una creación intelectual que tal vez no vayan a comprender, recuerden lo que ya dije en el segundo párrafo: pese a todo, el film presenta mensajes muy claros, y ofrece escenas bellas e historias inquietantes y atractivas.

Ficha de la película en filmaffinity

BIBLIOGRAFÍA

PLETSCH, C. (2005). «Akira Kurosawa’s reflection on becoming a genius». Journal of popular film and television, vol. 32, n. 4 (pp. 192-199)

SERPER, Z. (2001). «Kurosawa’s Dreams: a cinematic reflection of a traditional japanese context». Cinema Journal, 40, n. 4, (pp. 81-103)

STRATTON, M. (2001). «Akira Kurosawa’s dreams: creating an unconscious autobiography». The arts in psychotherapy, n. 28, (pp. 103-108)

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5 pensamientos en “CINE. Sueños (1990), de Akira Kurosawa

  1. No conocía esta película pero tu reseña me ha atraído. Supongo que para los occidentales es muy díficil entender los verdaderos significados de las películas y el arte en general asiático, pues está cargado de pequeños matices que no sabemos interpretar pues nuestra cultura dista mucho de la suya.

    Cuando la vea tendré en cuenta estas pequeñas premisas que nos haces ver y supongo que la experiencia será más gratificante.

    Un saludo.

    Oski.

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